«Estábamos por jugar una semifinal con Central en el Club Deportivo Rosario, y Leo no llegaba y no llegaba y no llegaba. ¡Era un clásico, y Leo que no venía! ‘¿Dónde está, dónde está?’ La cuestión es que el primer tiempo terminó 2-0 para ellos. Cuando estaba por arrancar ya el segundo, vimos que llegaba.»
«Firmó la planilla a las apuradas y entró a la cancha. La historia es que ese partido lo ganamos 3-2, con tres goles de él. Más tarde le preguntamos qué le había pasado, y nos contó que estaba solo en la casa y que se había quedado encerrado en el baño, y que para salir, y poder llegar al partido, rompió una ventanita que tenía la puerta del baño y que se fue corriendo a buscar al papá para que lo llevara a la cancha”. Contó Juan Cruz Leguizamón