Mons. Víctor Emiliano exhorta a cuidar el medio ambiente

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A través de una carta, monseñor Víctor Emiliano Villegas Suclupe, obispo de la Prelatura de Chota y Cutervo, agradece a Dios por el comienzo de las lluvias, así como también exhorta a las autoridades y a la población a asumir compromisos concretos para disminuir la contaminación y cuidar el planeta.

La carta, textualmente, dice lo siguiente:

Queridos hermanos, paz y bien en el Señor. Mi saludo fraterno a toda la Prelatura en Chota y Cutervo.
Quiero dar gracias a Dios por el comienzo de las lluvias, después de varios meses de sequía. La falta de lluvia ha limitado y restringido la economía de nuestros queridos pueblos y, concretamente, la de cada uno de ustedes. La lluvia es un don inestimable para poder cultivar la tierra, sembrarla y así cosechar los productos necesarios para nuestra supervivencia. ¡Gracias Señor! Como siempre, has estado grande con nosotros.
Somos conscientes de la situación difícil que atraviesa el mundo por el maltrato del eco- sistema. El ser humano, llamado a cuidar la creación, no ha sido responsable. Ha socavado la estabilidad y buena marcha del planeta; ha generado contaminación ambiental que involucra el aire, la tierra y el agua; el clima se ha visto afectado, tanto en la costa como en la sierra y la selva. Podemos decir, tristemente, que nuestra ecología ha sido alterada y que estamos padeciendo las consecuencias.
Todos compartimos la única casa llamada Planeta Tierra, este es el regalo precioso de Dios a la humanidad y que está enfermo. Es nuestra obligación cuidar y proteger la única casa que tenemos para vivir. Si la cuidamos, las nuevas generaciones tendrán un espacio para vivir en el futuro, si no la cuidamos las consecuencias serán funestas, como ya lo hemos notado y vivido con la falta de lluvias y sus implicancias. Lamentablemente, las consecuencias del desorden eco- lógico mundial son asumidas por todos, sobre todo por los más pobres.
Tenemos que reconocer, con humildad, que nuestras malas costumbres están lastimando nuestra Casa Común. Es necesario tomar medidas correctivas que reparen los daños. Es penoso ver, a nuestro alrededor, cómo contaminamos las aguas de nuestros ríos con químicos, desperdicios y desechos humanos; cómo tiramos materiales plásticos en nuestras ciudades y campos: embaces de gaseosas, envolturas de galletas, bolsas, vidrios; nadie se percata de los autos en mal estado que envenenan la ciudad con monóxido de carbono; es sorprendente ver cómo en nuestras localidades, a vista y paciencia de la ciudadanía, se queman cientos de hectáreas de arbustos pensando que el humo que generan los incendios traerá la lluvia, nada más absurdo y contrario a la ciencia y a lo que se quiere; la tala de arbustos y árboles es algo que pasa desapercibido, y lo más lamentable es que nunca se reponen. La destrucción de la vegetación altera el ciclo del agua, se eliminan las fuentes de oxígeno, se destruye la fauna y microfauna del suelo, y se contribuye al calentamiento global, fenómeno que altera todo el sistema ecológico del mundo.
Es tarea de todos cuidar la Casa Común. Es necesario un compromiso serio y formal de cada uno para limpiarla, descongestionarla y potenciarla. La mejor forma de agradecer a Dios por la lluvia que ya comienza es cuidando su creación, no destruyéndola.
Invito a las autoridades respectivas, a las instituciones públicas y privadas, a nuestras parroquias en la Prelatura a promover campañas concretas en aras de proteger nuestro medio ambiente y ecosistemas.

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