HomeArticulosBreve comentario a la obra: “César Vallejo, el hombre que luchó con Dios”, del autor J. Nicolás Vigo

Breve comentario a la obra: “César Vallejo, el hombre que luchó con Dios”, del autor J. Nicolás Vigo

María Julia Chero Morales |Docente universitaria | Especialidad Lengua y Literatura | La intriga de esta obra se halla en el subtítulo: La herida religiosa del poeta.

El autor parte análisis de    las obras líricas,” Los heraldos negros” y “Trilce”, quien, para fundamentar su tesis, en donde subyace “la herida religiosa del poeta”, apoya su análisis en obras y artículos de autores renombrados y muy actualizados, como Nájar, Jorge (2019) Rodríguez, Jéssica (2020) Puccinelli, Jorge (2013- 2020).

La obra está dividida en dos capítulos:

Capítulo I. El contexto vital y la personalidad de César Vallejo.

Hablando del poeta, el autor,  nos dice: “Su obra reconstruye la vida del poeta porque en cada verso de su poesía está impregnada su personalidad y a través de ella se llega a descubrir al Vallejo incomprendido, combativo y poseedor de una filosofía de vida, muy propia de él”.

Para llegar a esta conclusión, el autor, ha ido reconstruyendo la vida de Vallejo, haciendo uso del análisis denotativo y connotativo de poemas claves tanto de “Los heraldos negros” como de “Trilce”. Así tenemos: “A mi hermano Miguel” en el que infiere el amor y el dolor fraterno; poema XXIII, su infancia feliz; en El poeta y su amada, Verano, sus amores amargos; en el poema LXV, su retorno al hogar paterno; en los poemas XIV y LXXV, su pobreza extrema; Media luz, el sueño de viajar lejos del Perú.

Capítulo II:  La herida religiosa de César Vallejo, recogida en Los heraldos negros y Trilce.

Es la parte medular del texto, la más inquietante, ya que nos lleva a descubrir el porqué de la herida  religiosa del poeta.

Aquí, Vigo se vale, de artículos de autores connotados, como: Gonzales, Edelmira (1973) Finol, J (2019) Galvis, Carolina (2011) Martínez, J.M. (1997); además de autores de obras:  Nájar, Jorge ( 2019) Gonzales, R (2018), entre otros.

Parafraseando a Edelmira Gonzales, “El sentir existencialista de César Vallejo” Vigo Pineda, nos dice: “Vallejo es su propia poesía. Le duele Dios, el tiempo, la vida, la nada,…la posibilidad de la muerte: Le duele la humanidad”.

Asimismo, recalca: “Vallejo es la reencarnación de la angustia, la inconformidad, y el sufrimiento humano” Para terminar afirmando: “La herida religiosa de Vallejo ha sido causada por el Dios cristiano”.

Esta segunda parte está constituida por tres rubros:

  1. Vallejo y el cristianismo: Para el autor, Vallejo llevaba el cristianismo en su sangre y lo sustenta en los poemas: “A mi hermano Miguel”, “Los pasos lejanos” “El pan nuestro”, “Encaje de fiebre”, ”Dios”, entre otros.
  2. Los golpes de la vida:

Según el autor, dados por tres factores: La pobreza, el desamor y la injusticia. Sintetizados en: Los heraldos negros (Hay golpes en la vida …).

2.1. Primer golpe: La pobreza.  Que tuvo su raíz en los problemas económicos que sufrió Vallejo, tanto en el Perú como en Europa. Hecho que se connota a partir de los poemas: LII y LXIII (pobreza existencial) Nostalgias imperiales (pobreza extrema).

2.2 Segundo golpe: El desamor. Para el autor, tiene dos orígenes:

2.2.1 La pérdida de sus seres queridos. Simbolizados en “A mi hermano Miguel”, “Nervazón de angustia”, “Los pasos lejanos”, poemas XXIII, y XXVIII.

2.2.2 Las relaciones conflictivas y truncas que Vallejo tuvo con sus mujeres amadas.

Otilia I, Otilia II, Zoila, Rosa María, Henrriette y Georgette.

En poema XI (El amor de su infancia, Otilia I)   En Ágape (la soledad del poeta)” Amor prohibido” “Lluvia” (el dolor) “El tálamo eterno (la decepción del poeta) “Yeso” (la experiencia de muerte).

  1. Tercer golpe: La injusticia: Este es el golpe más fuerte y rotundo.

El autor afirma: Vallejo sufre la injusticia social, que hiere su realidad vivencial histórica, que afecta su infancia, su juventud (poema XVIII) y la soledad del Vallejo adulto; y  sus creencias religiosas se ven enfrentadas con el Dios cristiano. He ahí, la rebeldía del poeta  y su lucha religiosa. En “El pan nuestro” (la súplica) en “Los anillos fatigados” se observa el eterno conflicto entre el bien y el mal, el ser y no ser, la vida y la muerte.

En sus primeros años, Vallejo ama a Dios y se consagra a Él , habla con ese Dios todo amor y dulzura, pero ese Dios de su infancia es el Dios lejano (del Antiguo Testamento) que con el devenir del tiempo, en su juventud, empieza a enfrentar a ese Dios por su insensibilidad con el dolor humano, le reprocha su divinidad y lejanía por no ser de carne, le increpa su indiferencia con el ser humano.

Vallejo entra en un conflicto existencial de corte religioso, que se mueve entre el hombre creyente por sus raíces cristianas y el hombre ateo, angustiado por la vida, la muerte y el tiempo.

En “Los dados eternos” Vallejo cuestiona a Dios y le dice que la vida y la muerte del hombre, no es más que un juego de azar, en las manos de Dios, quien siempre será el eterno ganador.

En “Las de a mil”, “Espergesia” el poeta le pide explicaciones a Dios.

En este dilema, Vallejo, logra encontrar al  Dios cercano, en la persona de Jesucristo, el Dios del Nuevo Testamento. Y en Él pone su confianza, porque ve que Jesús se enfrenta a los ricos para ponerse al lado de los pobres.

Vallejo se identifica con ese hombre sufriente que padece su dolor, se solidariza con el hombre, hasta morir en la cruz, por amor a la humanidad.

Testimonios de ese encuentro “Ägape”, “El pan nuestro”, “Las piedras”.

En sus obras“Los heraldos negros” y “Trilce” en Vallejo, se produce la muerte de ese Dios aprendido y lejano, para renacer a un nuevo Dios, personal, íntimo y social, identificado con los marginados.

Vallejo necesita redimir al ser humano y universalizar su solidaridad, pues ha encontrado a ese Dios con rostro humano, identificado con el hombre pobre, marginado y olvidado por la sociedad.

¿A dónde encontramos a este Vallejo? La respuesta, es obvia, en el complemento de su creación literaria, sus grandes obras: “Los poemas humanos” y “España aparta de mí este cáliz”.

Un gran reto para el autor, Nicolás Vigo Pineda.